Tu organización es tendencia. Sí. La tuya y, en general, todas. Cómo entendemos la empresa, su forma de estructurarse, su manera de hacer las cosas… todo eso que llamamos arquitectura organizacional y cultura corporativa está en el “hype” de las compañías del siglo XXI.

Estamos en un momento “vuca” (volátil, incierto, ambiguo, bla, bla, bla). Pero sobre todo, en un momento donde toca repensar la empresa para actuar de manera ágil, innovadora y eficiente. Para competir en un mundo donde, más que tecnologías imposibles, lo que necesitamos es tomar decisiones de una manera diferente y rodearnos de un talento diferencial.

No tenemos que ser ni un Google ni un Netflix. Pero sí plantearnos qué están haciendo diferente las organizaciones que lideran el mundo más allá de exprimir nuestros datos.

Por ejemplo, poner verdadero foco e interés humano en sus procesos internos y equipos de trabajo. Reinventar los mal llamados Recursos Humanos. Dar protagonismo a los empleados y guiarse por unos valores claros y honestos antes que repetir fórmulas gerenciales de hace más de 150 años.

Ya no nos valen aquellas recetas organizativas ni organigramas de cuando nuestros colaboradores eran meros ensambladores de ruedas, De cuando nuestros clientes eran voraces compradores de “lo más barato”… y nuestros managers aplicados capataces.

Para competir hoy necesitamos primero entender qué significa que tu organización es tendencia. Cómo puede atraer y movilizar las mejores cabezas… cómo ser esa empresa donde todos quieren trabajar y sus profesionales echan el resto para dejar huella en el mundo.

O sea: para que la necesaria rentabilidad del negocio sea una consecuencia, no una sociopatía. Y perdona que seamos tan brutos diciéndolo así.

 

La organización es tendencia porque la digitalización no da para más

La transformación digital es un hecho. No conocemos ninguna empresa que aun huyendo de lo tecnológico no haya tenido que adaptarse al cambio. Ahora bien: después de no se sabe cuánto dinero invertido en herramientas, en soluciones avanzadas, en sistemas megaconectados… ¿no tienes la sensación de que esto no se acaba? ¿De que te falta algo para que obre la magia?

Sí. Hay muchas cosas por hacer. Y aquí te contamos las que, para Tribvm, deberías estar ya trabajando. Porque no son costosas. No atacan el sentido común. No son otro canto más al sol… ¡y las puedes liderar tú, sin depender de terceros!

Son las tendencias que están transformando las organizaciones, de verdad. Incluso la tuya. Aunque aún no conozcas sus claves o todavía no les hayas preguntado a tus empleados:

  1. Un propósito más allá de los números
  2. Una manera de organizarse más dinámica
  3. Un estilo de dirección orientado a las personas
  4. Una cultura alineada con los nuevos retos
  5. Una visión más abierta de la toma de decisiones
  6. Otras formas de trabajar y cooperar
  7. Y una mirada diferente del talento y del trabajo

Tu organización es tendencia y esa tendencia (o esa suma de tendencias) tiene un denominador común: que el equipo y la tribu están en el centro de todo.

Es decir, que la empresa piensa en las personas y en la mejor fórmula de aprovechar todo su potencial. Que trabaja la confianza para que los empleados, los socios y los clientes vean en ella algo más que un negocio. Que otro negocio más.

 

1. Encontrar el propósito

No es el qué sino el porqué. Cuando la diferencia entre la mayoría de las empresas, servicios y productos es ya del 0,0005 %, lo que realmente marca distancia es nuestro propósito. Todos queremos trascender, proyectar nuestros anhelos e ilusiones más allá de nuestro pequeño mundo. Hoy construimos nuestra identidad por aquello en lo que creemos. No tanto por lo que hacemos.

Y en el mundo de las organizaciones, la verdadera brújula que buscan tus empleados y potenciales compradores es el  “lo que tú crees que deber ser”, los principios que te inspiran, los comportamientos que reflejas. Como decimos en la web de La Tribu:

las organizaciones líderes se dotan de una idea clara y emocionante de lo que representan

La mayoría de los empleados espera que su compañía tenga una voz relevante sobre el mundo en el que viven, sobre los debates humanos y culturales del momento. Esto es: que exprese unos valores y un posicionamiento al margen del mero “business”. Que diga lo que espera de los demás. Y, sin duda, que clarifique qué misión cumple en sus vidas… y en las vidas de los demás.

 

2. Simplificar la organización

Se acabó el tiempo de los grandes centros corporativos. Vamos a organizaciones cada vez más porosas, granulares, fragmentadas en círculos o en empresas spin-off… Compañías compuestas de pequeñas compañías que son guiadas por unos principios compartidos pero con estructura diferenciada. Con autonomía propia.

Es la guerra por la adaptación, no por el tamaño.

Decimos adiós a esas pirámides organizativas basadas en jerarquías rígidas, en autoridades meramente formales. En su lugar, emergen las estructuras líquidas y distribuidas, las empresas planas u horizontales basadas en la tribu, en la cadena de valor del cliente.

Los acuerdos se alcanzan dentro de “pools” de talento que pertenecen a la empresa y no a departamentos concretos… empleados de distintas disciplinas y especialidades unidos solo a proyectos con fecha de inicio y cierre. No a una línea presupuestaria. No a la planta 5 ni al despacho del señor Z.

 

3. Construir un liderazgo facilitador

Controlar es más sencillo que inspirar. Y los genios que tenemos en nuestra empresa esperan de ti todo menos que los controlen. El talento que esperas atraer sabe seguramente más que tú en su disciplina. ¿Lo vas a controlar? ¿No es mejor darle autonomía y protagonismo para que sorprenda?

Liderar hoy es escuchar, facilitar, orientar. Es rodearse de líderes, no de fanáticos seguidores. Un manager digital es el que no espera certezas mil y una veces repetidas sino que el equipo innove y le sorprenda.

Las personas que toman conciencia de su nuevo papel directivo son, primero, profesionales liberados de la dura tarea de vigilar. Practican con el ejemplo, actúan con honestidad. Y son los primeros en levantar la mano y asumir sus errores. Porque su ego ya no les obliga a disimular o aparentar que son infalibles. Al contrario: los líderes que hoy necesitamos hacen de sus aprendizajes oportunidades para todo el equipo.

 

4. Conseguir una cultura de confianza

Todas las empresas tienen una personalidad, una manera singular de hacer las cosas… esas que uno detecta nada más cruzar la puerta de entrada: cómo están colocadas las mesas, cómo visten los empleados, dónde hay despachos (si es que queda de eso) o dónde está puesta la máquina de café.

Esos rasgos son la cultura de una organización. Lo son también nuestros procesos (o cómo están diseñados), las jergas, los rituales, qué comportamientos premiamos… Todo ello hace que nuestro más talentoso empleado esté enamorado de la empresa durante un tiempo más que razonable… o salga por patas tres días después de su fichaje.

La clave no es tener una cultura: es trabajarla. Opera positivamente cuando es conocida, comprendida y compartida. Empezando por nuestros líderes. Cuando introduce procesos, narrativas y hechos basados en la confianza. Si queremos innovación, no penalicemos la experimentación. Si buscamos colaboración, ¿por qué ponemos objetivos de éxito individuales?

 

5. Mejorar la toma de decisiones

El equipo es quien mejor conoce a su cliente, interno o externo. Sus personas son las que más cerca están del producto, del servicio que se entrega. Entonces, ¿por qué no le damos más espacio de gestión? ¿Por qué le condenamos a pedir permiso hasta para la inversión más básica?

Tomar decisiones es algo demasiado serio para que dependa solo de unos pocos. Para que esté en manos de gente que hace tiempo que no pisa la calle, que simplemente lleva más tiempo en la empresa.

Las organizaciones pioneras trabajan la autogestión operativa de los equipos. Incluso, desacoplan y descentralizan sus presupuestos. Introducen dinámicas de escucha y codecisión que construyen seguridad y confianza. Que favorecen la iniciativa y potencian el compromiso. Son sociocráticas de corazón. Y empresarialmente disruptivas.

 

6. Implantar nuevas formas de trabajo

La pandemia nos ha dado la vuelta, como al calcetín, y nuestras oficinas parecen ya otras. Algunas, de hecho, se han hecho prescindibles (aunque la necesidad del contacto humano siempre estará ahí).

Los empleados de la “nueva normalidad” reniegan de las viejas rutinas. Y dejarían su trabajo si tuvieran que volver a ellas. No solo es que prefieran operar ya en remoto. Que tengan nuevas herramientas de colaboración (a las que, por cierto, sacamos todavía poco partido). Es que ven el trabajo y su participación en la empresa de una manera distinta. Radicalmente diferente.

Decimos adiós a las reuniones por las reuniones. Nos vinculamos más a proyectos que a funciones corporativas. Nuestros equipos se forman con colegas de cinco continentes y cada uno de ellos de una disciplina distinta, a cuál más raruna (a los ojos del resto de mortales).

 

7. Atraer e impulsar el talento

La experiencia de empleado será, progresivamente, la palanca decisiva para acelerar el compromiso. También, para cautivar y enamorar a esa Data Scientist, a ese Project Manager que necesitas. No ya un salario atractivo. Tu cultura, tu manera de hacer las cosas, tu forma de movilizar equipos será tu mejor activo, productivo y reputacional. Tu marca.

Pondremos cada vez más foco en esas competencias mal llamadas “soft” que conectan la inteligencia colectiva de la empresa. La creatividad, la comunicación, la capacidad de aprender a aprender son claves para dar soluciones adecuadas a las nuevas preguntas en la empresas. Esas para las que nadie antes formuló respuestas.

Lo radical, como decimos en Tribvm, es poner al servicio de nuestros empleados nuevas herramientas, métodos, perspectivas y sistemas de gestión. Es fomentar la movilidad interna, el intraemprendimiento…. Es integrar nuevas tribus de especialistas. Nuevas generaciones, más globales, más nómadas… Mezclar al antropólogo con la analista. A la ingeniera de Cáceres con el marketinano de Beirut.

Tu organización es tendencia porque, lo sepas o no, estamos hablando de ella… de qué es lo que hoy necesitas para aprovechar todo el potencial de la digitalización. Porque el mercado de trabajo nos está diciendo qué tipo de empresas están en condiciones de competir por el verdadero talento.

Si dedicamos miles de horas de investigación, de trabajo con líderes de toda clase de organizaciones (de la cooperativa a la start-up o la multinacional), no es para escribir este artículo. Sin más. Es para compartir contigo una visión, un compromiso, una vocación organizativa realmente transformadora.

¿Te gusta el reto? Puedes descubrir más cosas, por ejemplo, en este post sobre nuevos modelos organizativos.

 

 

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